13.3.09

Budapest Noche 2 (y día...)

Y cuando se hizó de noche regresé a Keleti Pu por mi maleta, porque me sentía más seguro con mis cosas en el hostal que en la paqueteria, que parecia poco segura en la estación del tren. Cuando llegué y vi que mis cosas estaban intactas y tal como las había dejado me sentí avergonzado por la desconfianza hacia el buen hombre que amablemente me la entrego.

Fuí al hostal a dejar de nuevo la maleta, pero esta vez en autobus y en tranvía. Hice asombrosamente casi nada de tiempo. Acomodé mis cosas para dejar todo listo y no hacer mucho ruido a las 4.30 de la mañana para llegar al tren. Acomode mis cosas y me volví a salir. La ciudad de noche ahora parecia pacífica y agradable. Todo el miedo del día anterior se había convertido en cariño a una ciudad que parecia muerta por la niebla, el silencio y la tranquilidad con la que el mundo se movia por la superficie (el metro era otro caso).

Fui en busca del restaurante, que según la propaganda era buffet de todo lo que pudieras comer por 3500 HUF (algo asi como 250 pesos) y dije: Va. Llegue, solito. Comí como cerdo miles de cosas muy interesantes visualmente y que ahora confundo de sabor y a las que no les tome fotos porque se me acabo la bateria de la cámara. El vino una delicia, y los postres también. Y más vino y más vino. Delicioso. Y cuando estaba pagando la cuenta se me acerco un hombre de una mesa, donde abundaban los hombres guapos y algunas mujeres-no-tan-guapas. Bertrand se llamaba (lo recuerdo porque me dió su mail) que me invito a su mesa. Yo ya me iba y como no tenía planes para esa noche (porque pese a lo bien que me había tratado, no era lo mismo caminar a las 9 de la noche que a las 2 de la mañana por la ciudad), pensaba irme al hostal y buscar hostales en Praga. Sin embargo la invitación me intrigo y el hecho de que eran franceses.

Acepte la invitación. Me introdujo a sus amigos, eran en total 8, 4 hombres, 4 mujeres. No recuerdo sus nombres porque me los tiraron de golpe y eran muchos y con el tonito francés menos.

Su inglés era peor que el mío, pero con mucha paciencia nos comunicamos. A estas alturas todavia tenía la esperanza de que alguno fuera gay... al poco tiempo desapareció cuando descubri que habia 4 parejas. Total que no importo y estuve platicando a ratos con todos, sobre México, sobre Francia, sobre que sabía de francés, español, la educación en francia, cuánto ganaban, a que se dedicaban (todos menos Bertrand estudiaban biología y estaban de vacaciones por una semana) Bertrand trabajaba en algo que no entendí del todo, pero que involucraba dinero y trabajar en varios países, fue ahí cuando lo entendí... Bertrand era de los que les importo poco la escuela cuando descubrió que en el mundo había muchos lugares por conocer y que algunos años de la universidad era una pérdida de tiempo... quizá vi en él al Sal de Jack Kerouac, y Bertrand-Sal me dió su correo. (Que acabo de agregar a mi msn)

En camino a un bar, continué platicando, ahora con este muchacho muy inteligente que me recordó a Dawson, el de la serie, y que tenía el inglés más entendible, después de la novia de Bertrand. Como buen extranjero y mexicano, le decía porque tenía que visitar México y contandole todas las maravillas que había por acá y de lo barato que les resultaría a ellos (una vez pagado el avión) y el muy interesado me preguntaba sobre precios, lugares, y obviamente, seguridad.

Llegamos al bar, donde estuvimos por un rato más. Hasta eso de la 1 de la mañana que decidieron ir a dormir. Claro, yo estaba a unos 2 o 3 kms de mi hostal. Para ese momento ya no importaba, no había duda... Budapest me quería y yo igual. Salimos del bar, nos despedimos y tome estas fotos. No esta Bertrand ni su novia porque se quedaron en el bar y de hecho no me di cuenta de que se habían quedado hasta que vi que no nos alcanzaron. Una lástima, no me pude despedir de ellos. Que al final, puede ser no tan malo, porque en mi lógica destinal significa que me lo voy a volver a encontrar algún día. Además de que me dijo que cuando quisiera le mandará un mail para que lo visitará en Francia, en Avignon para ser exactos. Yo les dije lo mismo respecto a México.



Con mi confianza en la ciudad y a falta de otra opción, comencé a caminar, primero hacia el hostal y después con la intención de despedirme de la ciudad, yo ya muy contentito y en el nuevo mood: Pest-is-cool.

A las dos de la mañana empezó a hacer frío y fue cuando dije o me voy al hostal o encuentro un lugar donde tomarme una cerveza. Opte por la segunda. Fui a un barsito (sí, gay, nada más por curiosear) que estaba casi vacio y solo habia como 10 personas. El mínimo de consumo eran 1600 HUF y dije bueno, que total ya no hay nada más que hacer. Total que el lugarcito resulto curioso, en primer lugar estaba en un sótano. La mitad de la gente bailaba de esas canciones gay harto populares (entiéndase por ejemplo: Madonna) y había dos que tres húngaros agradables a la vista, entiéndase un 30% de hombres guapos. ¿Cuándo sucede eso en México. Por segunda vez me arrepentí de visitar Budapest en lunes. (La primera fue cuando todos los museos estaban cerrados)

Total que me acabe tomando 4 cervezas, y me divertia viendo gente que no se me acercaba, porque la pinta de extranjero se me notaba a kilómetros y más cuándo llegue y el barman no hablaba inglés y uno de los muchachos de ahí me tuvo que traducir. Era el único que iba solo y como soy re malo para eso de iniciar conversación me la pase entre leyendo una revista en húngaro y usando una computadora para mandarle mails a mi amiga, confesandole que el alcohol estaba haciendo efecto, a Armando que ya había encontrado mi motivación de vida y no era el alcohol y a mi hermana presumiendole que había conocido a unos franceses bien guapos (evitando la parte de las novias, obviamente)

Nos sacaron a las 4 de la mañana. Me fuí derechito a mi hostal, muy contento (que conste que no borracho) y ya no me importaba lo vampirezca que lucía la ciudad. Llegue al hostal a las 4.30, saque mis cosas del cuarto, cheque mi computadora y busque las primeras direcciones de cualquier hostal de Praga. Le dije a la rata que no podía pelear el día del festejo de cumpleaños porque no estaba en condiciones (por el tiempo, claro) ella cumple el 27 y yo el 1 de Marzo, entonces nos disputabamos quien iba a festejar el sábado 28. Toque a los encargados del hostal, diciendoles que me iba y que les dejaba las llaves. Tome mis cosas y sali a eso de las 4.50. Todavia tenia unos 5000 HUF y a esa hora no estaria abierto una casa de cambio y quien sabe si en Praga cambiarían Florintios por corona, no quisé arriesgarme y me metí a una tienda a comprar refresco y un licor muy húngaro que traían los franceses. Eran las 5.05. Comence a caminar rápido o lo más que se podía por la calle empedrada. Estaba en tiempo, no me preocupaba. No pasaba el tranvía ni se veía a lo lejos, por lo que decidi caminar. Estaba a 15 minutos de la estación de tren, no me preocupaba. Llegué a la avenida, donde estaba la estación de metro. Pensaba caminar hasta la estación, ¿pero para qué caminar si podría tomar el metro y desquitar mi pase de 24 horas?

Baje al metro.


El metro se acaba de ir. Hace un minuto, según el contador que en el caso de Budapest funciona diciendo cuanto tiene que paso el anterior. Me empezaba a poner nervioso. El reloj de la estación marcaba las 5.15 y solo era una estación. A lo mucho llegaria 5.25 al tren sin ningún problema. Mi experiencia me había dicho que pasaban entre 3 y 5 minutos.

¡Error!

Mi desesperación aumentaba una vez que el reloj llego a las 5.20 y el metro no llegaba. No podía salirme porque no llegaría. La opción ahora era el metro o el metro.

Cinco minutos después llego el metro.
Justo a tiempo - pensé, Si llego, si llego. 5.28 cuando baje del metro. Corri, subí las escaleras, entre a la estación y observe la lista de los trenes que iban a salir. No había ninguno que dijera Praga. Pregunté y...

Eran 5.32

¡MALDITA PUNTUALIDAD EUROPEA!

La vieja que me había vendido el boleto se reía en mi cabeza diciendome: ¡No es reembolsable, jajaja! ¡Solo se puede utilizar en esa hora y fecha, jaja! Yo no sabía si reírme con ella o llorar, supongo que también estaba alegre por el alcohol. Corrí a las taquillas de boletos. Mi felicidad de haber conseguido el boleto con la distancia más larga a un precio especialmente barato se desvanecia a cada paso hacia la taquilla. Pregunte por el siguiente tren, esperando una respuesta que involucrara tarde o noche de ese día y en mi cabeza la señora se reía de mí preguntando que iba a hacer todo el día y que tendría menos tiempo de conocer Praga.

Llegué a la taquilla. Otra mujer, menos amable y risueña me dijo que el siguiente era a las 9.28 de la mañana. No suena tan mal. ¿Y el precio? El mismo. Pufff! Que suerte! Pese a eso, seguía siendo el boleto más barato de todo el viaje, considerando la distancia.

One, please. Do you accept Euros?

No.

La mujer del día anterior me había dicho que sí. ¿Y ahora? Habia gastado mis ultimos Florintios en alcohol. No iba a cambiar más euros, además a esa hora ni habían abierto las casa de cambio.

No. Solo florintios y cualquiera de esas tarjetas- dijo señalando una lista donde aparecia Visa, Mastercard, y otras
¡La Tarjeta! Claro- se la dí.

(Nota: Mi papá me dió su tarjeta y número confidencial, por si alguna emergencia. Y esta claro que era una emergencia, además de que al tonto-yo se le olvido su tarjeta de débito en el escaner de la casa escaneandola para que le depositaran "en caso de emergencia", había sido una fortuna que mi papá me la hubiera prestado, de otra forma no podría arriesgarme a ningún caso de emergencia)

Recordé la clave en mi mente, listo para teclearla cuando la mujer me diera la terminal (como suele pasar en Polonia y Austria, asi habia sido aunque nunca la había usado a falta de una emergencia) y de pronto...

Me pasa el ticket para que lo firme.

¿QUÉÉEÉÉÉÉÉÉ?

Tuve un flashback al baño de mi casa, haciendo copias de la firma de mi papá hasta que saliera una confiable que convenciera al maestro de que mi papá había firmado mi examen con calificación reprobatoria. Claro que esta era un caso extraordinario, cualquier error y acabaria en una cárcel de Budapest. ¡Maldita traicionera Budapest, me hiciste creer que me amabas y yo te creí y ahora me traicionas! ¡Te odio!, pero no era momento de mi drama.

Concentrado: Una linea asi, otra así, vuelta, rayitas, circulitos y punto. Le entregué el ticket firmado.

La mujer lo vió un segundo y lo comparo con la tarjeta.

Tan. tan.

Me entregó la tarjeta y luego el boleto. No sé si suspire en ese momento, pero seguramente. Es chistoso que ahora que intento recordar la firma no puedo.

Me fuí a sentar más tranquilo. ¿Y ahora qué? Estoy cansado, tengo sueño y debo esperar 3 horas y media. Me acurruque en una banca y me dormí no muy cómodo alrededor de una hora hasta que el frío-más-frío me despertó. Estaba temblando, el frío era insoportable. Me levanté buscando un lugar donde quedarme, lo único abierto era un cibercafé. Entre y salí a los 30 segundos porque no tenían sistema.

Me estaba congelando y no sabía que hacer. Budapest me sonreía maliciosamente. Salí a la calle buscando algún lugar. Y de pronto ahí estaba, el único lugar abierto a las 7 de la mañana. Como caído del cielo. Budapest, ahora siendo amable me daba una lucecita de esperanza. No moriría de frío: Había un McDonalds abierto. Con conexión a internet. ¡Yupi!

Fuí. Tuve que buscar en todas mis bolsas, mochila y maleta juntando todos los florintios en moneda que se habían perdido en mis cosas. Al final logré juntar para un café. Me fuí a sentar a una mesa, saqué mi computadora y me encontré a Nico, Ernesto y Rosa. Y me queje con ellos de la puntualidad europea tan horrible en estos casos. Busque más hostales, descargue mis fotos, las acomode mientras esperaba. A las 9 salí con toda la cautela posible. A estas alturas, había que tener cuidado con Budapest... podría estar esperando hacer una última travesura de ser posible... como atropellarme, asaltarme, que perdiera el boleto, o que me presentará al amor de mi vida justo en el momento en el que el tren avanzará en dirección a Praga.

Nada de esto paso y pude subir al tren a las 9.15


Fue entonces cuándo comprendí la relación amor-odio entre Budapest y yo. Era una relación enfermiza, incomparable, adictiva, necesaria, maravillosa. Estaba seguro en el tren, eso aseguraba que estaría lejos de Budapest en poco tiempo. Aseguraba mi existencia y que nada malo me fuera a pasar y que no moriría congelado. No había de que preocuparme, en el tren estaba seguro...

El tren comenzó a moverse. Nos íbamos, a la hora puntual. Prometí que si saliamos tres minutos tarde iría a reclamar mi boleto. Pero no, en punto de las 9.28 el tren comenzó a moverse. La puntualidad europea a mi me sigue pareciendo cosa de magia.

Y fue entonces qué pensé que me gustaría quedarme. Esa sensación que solo Budapest me provoca, ese miedo y maravilla mezclado, el misterio. Su silencio. Y ahora que lo pienso, esa dualidad (muy entendida entre los piscis) entre la parte Buda (que es masculina) y la parte Pest (que es femenina), y toda mi experiencia-Budapest fue así, oscilante entre lo sublime y el miedo. Ahora que me iba no quería. Sentía a los ojos invisibles de Budapest observandome mientras huía. Mirando por la ventana prometí volver. No había terminado con Budapest, no era una conquista completa. No me pertenecía, se negaba a ser mía. Debía volver. Pero el tren seguía avanzando y ahora sentía como Budapest lamentaba mi partida y yo lamentaba haber huido. Volveré quisé gritarle por la ventana, pero no me pude levantar y en vez de eso yacia en mi asiento, junto a una pareja de señores. Estaba muy cansado. Me tape con mi chamarra y aunque el asiento no era particularmente cómodo caí rendido.

Sabía que Budapest sabía que volvería y yo sabía que volvería. Es la base de la relación amor-odio te vas cuando tienes demasiado, pero siempre vuelves de forma irremediable. Y yo estaba embriagado de Budapest y sé que Budapest me quería. Me había cuidado y realmente nada malo me había pasado. Amaba Budapest, en solo un día... solo estaba celosa de que la comparará con Viena y se planteó como reto darme una experiencia única y personal. Lo había conseguido.

Budapest Te Amo, y sabemos que volveré...

Dormido salí de Hungría. Desperté en Eslovaquia. Volví a dormir mientras me adentraba en terrenos de la República Checa.

(SECRETO: Jené no sabe nada de los franceses, esa noche los deje en la maleta contra su voluntad, advirtiendoles que no quería que un vampiro se los chupará, si Jené se enterá que en vez de vampiros encontré franceses me odiará por el resto de mi vida)

1 comentario:

|) /\ ® |{ ¥ dijo...

El secreto estara a salvo.

Pero igual trate usted de conseguir algo para disimular en caso de que se entere.

Igual y un dia Jené usa la pc para checar su mail, descubre su blog y se entera

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