18.6.08

Jeff Wall

El año pasado, en mi viaje a Chicago del que he hecho tanto alarde, tuve la oportunidad de conocer el trabajo de Jeff Wall en el enorme Art Institute. Fuimos dos días y aún así no pude ver la colección completa; muy contento de haberme encontrado de Renoir a Jenny Holzer, pasando por Monet, Picasso, Kandinsky, Chirico, MONDRIAN, Miró, Max Ernst a otros americanos reconocidos como el American Gothic muy famosito últimamente o elNighthawks, entre tantos. Anoté nombres en una hoja de un periódico que espero encontrar en los próximos días. El chiste es que maravillado y más allá de la experiencia estética me puse a recorrer casi corriendo lo que me faltaba del museo, a 15 minutos antes de que cerraran el Instituto encontré (por fin) la exposición de Jeff Wall. Entré y dado el tiempo tan corto solo pude ver rápidamente la exposición con transparencias de gran formato en cajas de luz. Había algo en esas fotos; algo perturbador, atractivo, seductor y misterioso. Por más que quería avanzar y terminar de ver la exposición antes de que dieran las 9 de la noche y comenzaran a vaciar el lugar, no podía, algo había en cada foto que me atrapaba, ya fuera la leche, el girasol o un alguien en la oscuridad. los pollos pelados, o las sombras de los árboles sobre tres personas, siempre estaba ese elemento perturbador-seductor. No negué que fue un buen climax, pese a la brevedad con que recorri la exposición; tal fue mi emoción que cuando vi a Ziga le dije que si habia visto la exposición de Jeff Wall y le enseñe un folleto me dijo que no, pero que las fotos que estaban ahí se le hacian bastante normales. No niego que hubo un grado de decepción al comprobar que la única persona en el MediaBridge program no me entendía nadie lo haría. Observé las fotos del folleto y ese elemento perturbador seguía ahí... pero diminuto, empequeñecido, en proporción al tamaño de la foto. Pensé en lo que me había pasado con Mario Testino; no es lo mismo una foto de Jude Law en una revista que en una foto de dos metros de altura (todavia me acuerdo y babeo) Total, al final y de camino de vuelta al University Center iba pensando en la satisfacción de lo que había experimentado.

Casi un año después, y desde el camión que pasa por Reforma observe que en el anuncio rojo del museo Rufino Tamayo en el que antes había estado escrito con letras blancas Wolfgang Tillmans y Thomas Hirschhorn había cambiado por el de Jeff Wall. Mi reacción, obviamente fue de sorpresa y se me vino a la mente Chicago (con eso de que ando de sensibilito porque ya va a ser un año). Entre escuela y otras cosas hasta hoy (osease ayer, porque ya me cambió el día mientras escribia) fui a hacer acto de presencia ante el trabajo de Jeff. Ansioso por ver todas esas fotos que había visto antes y de volver a sentir lo mismo entré, deje mi mochila, saque mi credencial de estudiante para no pagar y me fui directito a la exposición. Muy bien, una foto, otra, otra más... Ok. Bonito. Ahí vienen las fregonas (me decia) y Pum! de pronto ahi estaban: La de los tatuajes y las sombras, la polleria, el arbolito amarrado al palo, el girasol... y... y.... y... las escaleras con un anuncio de Salida! ¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿Y la de la leche?????!!!!! ¡¡¡¡¿¿¿¿¿Y el de el monito en la oscuridad???!!!! ¡¡¡¡¿y? ¿y? ¿y?!!!!! Buaaaaaa! Bua! Bua! Desconsolado fui en busca de más arte para saciar mi anhelo de experiencia estética, que se había empezado a formar y que sin embargo cortaron de tajo. Atravesé Reforma, evitando descargar mis anhelos en Leonora Carrington y la nueva exposición de las rejas de Chapultepec. ¿No ya es demasiado? ¿No es querer "culturizar" a los mexicanos a huevo? ¿Con cosas bonitas y digeribles? Me fui al museo de Arte Moderno. Aunque vi cosas interesantes nada pudo llenar el vacio que la exposición de Jeff Wall me había dejado, la promesa de la experiencia estética me había llevado a una desilución del mismo tipo...

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